Desde el principio de los tiempos, la Luna ha sido un símbolo poderoso que refleja los misterios del alma humana y la naturaleza cíclica de la vida.
Como símbolo, la Luna nos recuerda la transitoriedad de la existencia y la conexión con lo femenino, lo intuitivo, y lo instintivo, invitándonos a explorar nuestras profundidades y a aceptar el cambio perpetuo como una parte esencial de la vida.