Venus volviendo a ponerse directa en Leo es un recordatorio de que el arte de amar y valorarse a uno mismo es una danza constante entre el reconocimiento externo y la propia autenticidad.
Durante su viaje retrógrado, Venus nos llevó a explorar las capas más profundas de nuestros afectos y deseos, desafiando nuestras nociones preconcebidas de belleza y autoestima.
Este tránsito nos invita a recordar que, aunque el mundo pueda aplaudir nuestras conquistas y logros, la verdadera satisfacción yace en la celebración interna de nuestro propio valor.
Es un llamado a abrazar nuestra singularidad, a permitirnos ser autores y protagonistas de nuestra propia historia de amor.
Este movimiento nos recuerda que ese amor propio es el fuego que enciende e ilumina el camino hacia relaciones más auténticas y llenas de significado, ya que solo cuando nos amamos a nosotros mismos de manera profunda y completa, podemos amar y ser amados de igual manera en el mundo que nos rodea.