Hoy a las 12,33 p.m. (hora de Argentina), el Sol entró en el grado 0 de Aries, dándole comienzo al año astrológico y al equinoccio de otoño para el hemisferio sur y al de primavera para norte.
Un ciclo que cobra especial potencia al darse su comienzo en fase aún de Luna Llena.
Todo recomienzo es una oportunidad de cambio, de nuevas perspectivas.
Más allá de la ilusión del tiempo, lo cíclico se vuelve protagónico.
Una de las cosas más potentes que me dejó el estudio y la práctica de la astrología es la toma de conciencia del tiempo cíclico.
Comprender la vida como etapas, algunas de más duración y otras de menos, saber que nada es para siempre y que todo es para nunca, aceptar -como los llama Alexander Ruperti- los “ciclos del devenir” como parte de un todo que nos transcurre en un movimiento en donde todo lo que aparentemente termina muchas veces vuelve a comenzar en otro nivel, con nueva fuerza, en una manifestación impregnada de un aura evolutiva que nos deja cada vez más cerca de un nuevo punto de partida.