Termina un año intenso.
Astrológicamente hablando nos ha dado un baile interesante, tanto a nivel colectivo como -a much@s de nosotros- a nivel personal.
Hace ya tiempo que dejé de tomar el calendario gregoriano como una referencia única y absoluta y entendí que hay otros calendarios, otros tiempos y otros espacios.
Muchos de ustedes también lo saben.
Calendario hebreo
Calendario maya
Calendario budista
Anno mundi
Calendario holoceno
No-calendario
Etc.
Claro que vivo en este mundo y no tengo más remedio que amoldarme a muchas de sus formas, formas que nunca terminé de sentír familiares y sin embargo las transito, las tomo, las utilizo, me adapto.
Como dice uno de mis maestros:
Ser de este mundo, sin ser de este mundo.
Este año gregoriano aprendí mas profundamente acerca del amor, un amor que aún desconocía en mí mismo y que me hizo revisar mi presente visitando, una y otra vez, mis pasados más urgentes.
Y me la dio en la nuca. Me desconocí.
Me enredé. Me confundí.
Soy un hombre que no miente, fiel,
con códigos y principios, pero mi Mercurio retrógrado en Escorpio en conjunción a Júpiter y opuesto a Saturno me la sigue jugando.
Una vez más tendré que seguir escarbando para llegar al hueso de la cuestión, intentar ser más claro, más coherente y encontrar las palabras justas.
Mercurio retrograda en Capricornio a partir de hoy, jueves 29/12 a las 6:31 hs (hora de Argentina GMT -3). Ya lo había hecho a principio de año cuando en su tránsito por Acuario volvió por unos días al signo de la cabra y en donde les sugería simbólicamente hacer un back up de ustedes mism@s.
Recién el 18/1/2023 volverá a ponerse directo.
Siempre insisto en que los momentos en los que Mercurio retrograda son ideales para dirigir la mirada hacia nuestro interior, revisar nuestros pensamientos, nuestros aciertos y errores, nuestras conductas y compromisos (o la falta de ellos).
Hacer una pausa.
Silenciar nuestros pensamientos.
Observar.
En definitiva, para delinear nuestro futuro, es necesario estar bien presentes y entender nuestro pasado.