Como si mis laberintos no fueran suficientes, se cruzaron con los tuyos.
Y ahí estábamos, enlaberintándonos a fuerza de querer encajar nuestros recovecos más recónditos, nuestros pasajes más confusos, nuestras encrucijadas más complejas en un perdedero que no encontró más solución que la de hacer trampa y salir, como decía Marechal, por la parte de arriba.
Hay un tiempo para todo, y esta Luna llena en Virgo bajo un Sol en Piscis me pone a pensar en todo el tiempo que nos lleva discriminar lo más complejo de nuestras emociones de lo más profundamente sencillo que significa el acto de entregarnos y compartir nuestras virtudes desinteresadamente, por el solo hecho de expresar humilde y naturalmente nuestro amor más sincero.
En ese perfecto orden subyacente quisiera a veces dormir, y soñar con todos los pájaros posibles.